Después de un mes de ausencia de su habitual hornacina, María Santísima de la Victoria, ya está de vuelta.
Muchos eran los devotos de esta imagen que se preguntaban el porque de su tardío regreso. Y por fin aquí está el resultado, el cual, dicho sea de paso, ha merecido realmente la pena.
La Victoria luce, como en los últimos tiempos, guapísima y realmente elegante, característica a la que últimamente nos tienen acostumbrados sus camareras.
La imagen luce como estrenos: La cintura, en terciopelo granate; el manto, en tela de seda adamascada en el mismo color; y la diadema, en orfebrería con baño de oro, de dimensiones más reducidas que la que lleva habitualmente y, sin duda, más favorecedora.
sábado, 31 de mayo de 2008
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